18.12.09
30.11.09
Ooooooo lalalalalalalala
23.11.09
20.11.09
The space between....
16.11.09
11.11.09
6.11.09
lets gonna pretend
1.11.09
18.10.09
16.10.09
Thanks!!
4.10.09
Descansa en paz negrita....
30.9.09
Si esto no apesta........
29.9.09
Dios no está en los detalles de hoy
28.9.09
Requiescate in Pace
27.9.09
Regreso el cómic de la semana!!!!!
23.9.09
...
19.9.09
La frase de los últimos dos años
"It's one of the great tragedies of life — something always changes."
17.9.09
PS 22
16.9.09
Esta sí que es frase, chingao!!!
3.9.09
Y yo que más quisiera
29.8.09
15.8.09
3.8.09
-No te Salves-
No te salves
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
No te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
No te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
Pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
29.7.09
Se va, se va
27.7.09
El cautiverio
26.7.09
Me, Pocho....I preffer Mexican-American
21.7.09
¿Qué putas puedo?
¿Qué puedo hacer en este remolino de imbéciles de buena voluntad?
¿Qué puedo con inteligentes podridos y con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía?
¿Qué puedo entre los poetas uniformados por la academia o por el comunismo?
¿Qué, entre vendedores o políticos o pastores de almas?
¿Qué putas puedo hacer, Tarumba, si no soy santo, ni héroe, ni bandido, ni adorador del arte, ni boticario, ni rebelde?
¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo y no tengo ganas sino de mirar y mirar?
11.7.09
9.7.09
Sin comentarios
18.6.09
14.6.09
XX años sólo se cumplen una vez
Con sus derechos al que lo subió.
11.6.09
...Era la vida....
10.6.09
Empero
Ahora no es, no puede ser la muerte.
Está el escarabajo a tropezones,
mi sed de ti, la baja tarde inmóvil.
De veras está todo como antes:
el cielo tan inerme,
la misma soledad tan maciza,
la luz que se devora y no comprende.
Todo está como antes
de tu rostro sin nubes,
todo aguarda como antes la anunciada
estación en suspenso,
pero también estaba entonces este pánico
de no saber huir y no saber
alejarme del odio.
De veras todo está
destruido, indescifrable,
como verdad caída inesperadamente
del cielo o del olvido
y si alguien, algo, me golpea los párpados
es una lenta gota empecinada.
Ahora no es, no puede ser la muerte.
Abro los ojos para convencerme.
1.6.09
Pero...Cómo no te voy a querer
31.5.09
26.5.09
Fuck Off!!!!!!
25.5.09
Si la culpa no la tiene el indio....
22.5.09
BAILANDO EN LA OSCURIDAD
....A tientas llegó a la mesa y tomó la primera botella que encontró, bebió un largo trago para calentarse. Aún era muy fuerte el olor de alcohol, tabaco y sexo. Pero no había nadie. ¿A dónde se habían ido las hermanitas? ¿Y sus amigos? Ismael pensó que quizás estuvo dormido mucho tiempo en el baño y todos se fueron. O le jugaban una broma. ¿O era una prueba? Volvió a beber. El cuerpo desanudó la tensión, pero no del todo. Como no veía nada, avanzó a tientas buscando el apagador general de la luz. Una pesadez metálica le aplastaba la cabeza, a la altura de las sienes, y su frente ardía, se consumía. Quería encontrar la puerta y largarse de allí lo más pronto posible. La oscuridad lo desquiciaba. Sin embargo, con lentitud exasperante, llegó de nuevo al pasillo. Por aquí debe estar la salida, pensó.
Despertó. El chofer de Narciso, excitadísimo, lo zarandeaba y le gritaba. Estaba en la sala de la fiesta y no había nadie aparte de ellos dos. Ismael tenía frío, un dolor de cabeza reseco lo aplastaba y la sed le devastaba la garganta. Se estiró hacia una de las botellas y bebió desesperadamente. Hasta entonces escuchó lo que el chofer repetía y repetía; habían nombrado a Narciso, sin lugar a dudas sería el próximo presidente de la República. ¿De veras?, casi rugió Ismael ¡ya la hicimos! ¡Y lo mandaba llamar! Ahora todo se le abriría, podía aspirar a lo más alto, a lo más alto. Ismael casi gritó de júbilo cuando vio sobre la mesa el cofrecito lleno de cocaína. Justo lo que necesitaba para estar a la altura de las circunstancias. Con la cucharita de plata aspiró repetidas veces. Así. Exacto. Otro poco. Más. Más. Aspiró hasta que los ojos literalmente se le abrieron y la vida le entró con furia a través de la mirada. Ah. Perfecto. La sangre corría de nuevo por su cuerpo e Ismael comprendió que tenía que bañarse, afeitarse, felicitar a su jefe y disponerse a administrar la riqueza......
Extracto del cuento de José Agustín. Bailando en la Oscuridad.
20.5.09
Ditto
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19.5.09
Piano Man
7.5.09
Mejor buenos recuerdos, que un pasado perdido
(Amores Perros...)
Ni siquiera te conozco realmente y tu tristeza me importa. Sí, y lo repito una y mil veces, realmente no debería....tus comentarios sobre mi necedad en ser tan preguntón lo reafirman...pero realmente tengo la necesidad, auténtica y sincera, de saber cómo estás...es curioso, cuando te leo puedo sentir tu...cómo decirle..soledad, auto-castigo, culpa, tristeza, decepción......y eso es lo que me preocupa. Claro, me preocupa no porque sientas cosas, sino porque me preocupa que te preocupe y que sientas cosas :D
A veces, en mi intento por pretextar y darle el sentido a las cosas me digo que es nada más que la pura necesidad mi reconocimiento. Pero lo cierto es que me dueles...jajaja, curioso no, ni siquiera sabemos si te conozco, si somos amigos, cuates, conocidos (yo votaría más por esa) pero me dueles...como si fueras alguna persona cercana a mi.
Entiendo que nunca seremos íntimos, que nuestros mundos y todos esos aparatos sociales que rodean nuestros contextos sean los mismos que muchas veces nos separen....es más, ni siquiera se si realmente sería apropiado ser cuatitos y amigüis...pero en verdad que sí..me dueles....(vaya para conclusión)......
3.5.09
9.3.09
Y yo sólo supongo, ya que no me contaron la verdad
U r the car the I never shouldn’t bought
U r the dream I never should have caught
U r the cut that makes me hides my face
Like a car crash I can see but I just can’t avoid
(Pulp-Like a friend)
A él le encantaba verla sonreír. Ella no lo sabía. Él disfrutaba su compañía tanto que, casi le resultaba insoportable cuando ella tenía que irse. Ella no lo sabía. Él quería compartir con ella momentos inolvidables, momentos que sólo ellos tuvieran la capacidad para recordar y darse una mirada de complicidad. Ella no lo sabía. Él buscaba cualquier momento oportuno para demostrar su interés y profusión hacia ella de cualquier modo; dulces, muñecos de peluche, que ella detestaba, flores y libros, sí, esos libros que ella tanto disfrutaba. Ella no lo sabía. Él trataba de sacarla a relucir en todas sus conversaciones; con sus amigos, en la familia, cuando estaba en la universidad, con desconocidos en los autobuses. Ella no lo sabía. Él sabía que ella no lo sabía, pero no le importaba. Pensaba que en algún momento, mejor dicho, en el preciso momento ella se daría cuenta, lo sabría y lo aceptaría. Ella no lo sabía. Él quería construir y compartir con ella algo que fuera más allá de un –Buenos días, cómo te ha ido-. Ella no lo sabía. Él sería capaz de ir hasta la luna por verla sonreír y quitarle la tristeza de sus ojos. Ella no lo sabía. Pero lo que ella sí sabía, o suponía que sabía, era que cada vez que hablaba con él, cada vez que se paseaban juntos, que iban a caminar o a comer algo, cada vez que simplemente estaban sentados uno junto al otro, ella sentía una gran seguridad, una gran paz y alegría. Como cuando sabes que perteneces a un destino y estando en éste, simplemente lo disfrutas y te relajas. Pero ella casi nunca decía lo que pensaba, ni actuaba como pensaba que lo haría. Pero eso él no lo sabía. Y los dos esperaban ese preciso momento, en donde los dos, uno por su parte, lograría darse cuenta de lo que el otro sentía, se entregarían y vivirían su fantasía juntos…pero eso ninguno de los dos lo sabía.
19.2.09
Pensé que eran cieguitos
es estudiante de medicina
se llama Agustín y es un buen muchacho
es a veces terco cuando opina...
-Desaparaciones. Los Fabulosos Cadillacs-
- A ti, negro querido....NUNCA MÁS-
Nunca supe bien su verdadero nombre, bah no el verdadero sino el original. Yo acababa de llegar a una tierra desconocida para mí y no comprendía lo que llegó a pasar acá en un momento. Él vivía entre una zona de clase media y una zona de alto nivel económico. Los fines de semana visitaba a su “familia”, bueno a una de ellas, y ahí lo llamaban “Lauti”, la abuela Pecciotti le decía su “nene” (en el típico acento argento) y se desvivía por él. Decía que era igualito a Facu, “el Pelado”, su padre. Durante la semana vivía en una zona “cheta”, y ahí no se como le decían ni a quien se parecía, sólo se que ahí lo habían criado y le habían creado una vida, ficticia hasta hacía unos años, al mas puro estilo americano.
Yo llegué por pura casualidad, buscando un techo, comidas y un baño con agua caliente y si todo lo anterior podría ser por un precio barato, mejor aún. Llegué un viernes, con el aviso de renta de un cuarto entre las manitos, mientras comían y la abuela se me quedo viendo desconfiadamente. Nunca acepto a extranjeros, me dijo, no son de fiar, pero vos parecés buen pibe. Anda y descansa. Nunca pensé intimar con nadie, yo sólo quería buscar un techo propio y crear mi historia en esta tierra.
Los siguientes días intenté buscar un departamento, monoambiente como acá le dicen, pero no tenía ni la menor idea de cómo empezar y fue que tuve que acudir a la abuela en su ayuda. Ella sonrió y mientras tomaba un mate, bebida extraña para mi en ese momento, dijo “Y Lauti podría ashudarte, él conoce mejor la ciudad que sho”. Le llamó y en un rápido argentino le dijo lo que necesitaba. Él simplemente subió los hombros y dijo que lo haría, me dio la mano y me dijo que en la tarde empezaríamos la búsqueda.
Era raro, para mi idiosincrasia, pero si me ponía a reflexionar toda esta sociedad me resultaba repelente, aunque teníamos el mismo lenguaje no las mismas costumbres. Intenté por todos los medios hacerme de su confianza, “cortar el hielo”, pero nada funciono, sólo respuestas cortas y escuetas recibía de su parte. Que si las bromas, que si la comida, a todo recibía un gesto de indiferencia y un mohín que decía aaa mirá vos.
Esos días fueron muy largos. El domingo se notaba desesperado y me dijo que pararíamos en un bar. Fue cuándo hizo su primer pregunta “y vos ¿hinchás por algún equipo?” Dije que sí, y ahí me confesó algo. Él tenía un grave problema; Facu, así le llamaba él, hinchaba por la Academia, pero su papá hinchaba por River. Yo, no sabiendo que significaba todo ese discurso hice una cara de estupidez, que notó, se volteó y volvió a callarse durante todo el partido.
El lunes cuando desperté no lo encontré en casa. La abuela, con una cara que denotaba tristeza y amargura, me dijo que se había ido. Que no regresaría hasta el siguiente viernes, por la tarde. No me atreví a inquirir más, recordé que suele ser de mala educación y que no estaba en mi sociedad, en mi mundo. Continué con mi búsqueda por los diferentes barrios porteños, con buenos dividendos.
Por la mitad de semana, regresé en la tarde-noche y la encontré con su mate, en el pequeño patio, cerquita del quincho, en su mecedora. En ese momento ya había un poco de confianza. Me quedé a conversar con ella, debido a la excitación de conocer nuevas cosas y que la búsqueda de mi vivienda iba bien. Simplemente observaba, me ofrecía el mate y seguía se mecer. Yo, hablaba y hablaba. Hasta que dijo algo “sabés, sos de la edad de mi nieto, podrías salir con él a los boliches” y continúo su mecer.
La abuela no me lo dijo, ni mucho menos Lauti. No, lo supe por las vecinitas y personas que solían vivir en el barrio. Solía ir al quiosco a comprar el diario y ahí fue dónde lo supe. El pelado estaba casado con Agustina, un mina relinda según me cuentan, y los dos eran jóvenes. Acababan de terminar su carrera, nunca supe de qué, y un día sin más, fueron a la casa de la abuela unos tipos de traje en un ford y se llevaron a los dos sin que nadie pudiera y quisiese hacer algo. No eran tiempos para eso, me decían.
Pasó un día y luego otro y una semana y seis meses y 3 años y la abuela y el abuelo, que en ese tiempo seguía vivo, iban y venían. Buscaron por todo el conurbano, en todas las comisarías porteñas, bueno hasta en el interior, porque le habían dicho que tenían a Agustina ahí, embarazada. Eso fue lo último que supieron. La casa y la familia dejaron de ser lo que eran, a los pocos años el abuelo murió, dicen que de tristeza, aunque los médicos dijeron que fue un paro respiratorio, pero nadie en el barrio se lo creía. La abuela, por su parte seguía yendo a desgarrarse, a luchar por encontrar a sus “desaparecidos”, a gritar en silencio, a intentar algo que sabían era improbable, encontrarlos con vida. Pero ella permanecía estoica en aquella plaza, intentando robarle al tiempo un segundo y mantener sus esperanzas vivas.
Luego, pasó mucho tiempo, el hermano de Facundo creció, se casó y tuvo familia. Visitaban a la abuela, pero está tenía ya un dejo de tristeza, no era lo mismo, decía el viejo del quiosco. No, nunca lo fue. Pero un día, un día algo pasó. Le avisaron a la abuela que habían encontrado al que podría ser su nieto. Dicen que ella no cabía de la emoción, que volvió a poner una recámara para cuando regresara.
Pero en la vida real no pasan los milagros que en los cuentos. Cuentan que Lauti no aceptó de inicio la paternidad, ni mucho menos la familia acomodada y relacionada con la milicia, y que para lograr esto tuvieron que pasar muchos sinsabores. Hasta que un día, un viernes del invierno porteño Lauti tocó la puerta de la casa y se quedó ahí por el fin de semana, y así ha sucedido hasta ahora.
Después de lo que me contó el viejo no supe que decir, nunca le dije nada a la abuela, ni a Lauti. Lo volví a ver dos fines de semana, y claro que intimé mucho más con él, hasta que partí de ahí y me dio su número de celular. Salimos un par de veces y me hizo descubrir la vida porteña de noche, pero de su historia nunca hablamos, ni nunca me invitó a su casa. De la abuela, fui a tomar mates con ella un par de veces y siempre que salía de su casa y tomaba el bundi tenía una sensación de querer abrazarla y decirle que lo sentía, que no sabía que era vivir eso, pero que de verdad lo sentía.