27.1.10

¿Qué nos queda?

Hace poco platiqué con Monsieur Lester y como siempre termine cansado, anímica y mentalmente. Después de toda la perorata y que si era justo que el país estuviera así, que si yo merecía lo que pasaba, que si era normal que fueran disparando a la gente en la cabeza nomás porque sí....recordé un poema benedittiano que siento que está más que pintado.

¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.

-Mario Benedetti-


21.1.10

Juan Niño Bravo

Fue difícil recordarlo. Trataba, pero tanto tiempo ya había pasado que cuando lo apresaron lo recordaba de manera vaga. Pedazos, murmuraba, eso sí lograba recordar. Pero el relato completo, toda la historia de como murió Juan Niño Bravo, pus no. La mera verdad recordaba sólo como solía llegar, siempre, a la cantina borracho, de alguna otra, pero cayéndose y con la pistola siempre cargada y lista, porque uno nunca sabe cuando va a usarse, decía. Con tal de decir que muchas veces creímos que le tenía más aprecio a ésta que a muchos del zacatal, esos que desde que era un chamaco lo habían visto y procurado. Ya unos con ropa, ya otros con comida, otros con mantas, porque ya se sabe como pega el frío y rocío por el zacatal.

Porque eso sí, a Juan le proveyeron de lo material, pero de cariño, amor u algo parecido ni hablar. Desde chiquito le enseñaron sólo a odiar, a sentir desprecio por sus iguales, por la gente en general. Todos en la ciénega teníamos la idea, bien fija, que el único sentimiento que tenía y le corría por las venas era el odio, y es que no entendíamos como ya desde chico se alegraba con matar a pedradas a los pájaros, por qué disfrutaba tanto torturar, quitando de a una por una, las patas a los chapulines. Ese niño nada bueno tenía en el corazón.

Pero nada bueno. Ya cuando andaba en la adolescencia, empezó a causarle gracia recoger ratas de campo, muertas, e ir al río y asustar a las niñas con éstas mientras se bañaban. No, ese chamaco nada bueno traía en el corazón. Y así siguió creciendo, con el odio infundido en los huesos, clavado en el alma. Ya de más grande, de adulto, cuando ya tenía aprendido el arte de la pistola, era temido, muy temido. Todos sabíamos que estando cerca, corríamos peligro. Y muchos los constataron, de la peor manera. Y conste que no estoy asegurando nada, ni diciendo algo nuevo, todos en el pueblo saben que gustaba de tomar, de robar, a jovencitas, niñitas inocentes, a la fuerza. Dicen que le achacaban casi 5 niños, que él nunca reconoció pero que eran su viva estampa.

Pero pues sí. Así debió haber llegado aquel día a la cantina, como solía llegar, borracho. Pero ese día debió ser diferente, supongo por qué, a lo mejor, unos hombres del zacatal lo esperaban muy pacientemente en la cantina, con la única intención de reclamarle la honra de su hermana y, de paso, dejarle bien claro que con los Balcazar pues no se podía andar jugando así, como si fueran unos mocosos de escuela.

Y pues sí, creo, así fue. Él llegó, altivo, como siempre y haciendo caso omiso de los comentarios de algunos que le buscaban para ponerlo al tanto. No me interesa, dijo, y continuó su camino rumbo a las cantinas. Una vez dentro de la última, dónde estaban los Balcazar, creo, hasta tuvo la indecencia de invitarles unas copas a los hermanos que le buscaban para festejar la nueva vida de su hermana. Creo, porque no lo recuerdo bien. Y es aquí dónde me confundo aún más.

No recuerdo bien si fue José o Ponciano quién tuvo a mal aventarle la copa en la cara a Juan. Y eso se sabe que nunca, pero nunca, se puede y debe hacer y menos con alguien como Niño Bravo. Lo demás, todo mundo a quien lo ha investigado se lo habrá contado. Juan lo encaró y justo cuando sacaba su pistola para arreglar la afrenta, una botella le pegaba en la nuca, tirándolo y dejándolo noqueado, parte por su grave estado de alcoholismo, parte por el buen golpe asestado en la nuca. Fue aquí donde los Balcazar supieron que habían logrado lo que muchos deseaban, tener a Juan a su merced. Pero no les bastó, no, tuvieron que vaciarle sus armas, para quedar seguros que Niño había pagado la afrenta totalmente hacia su familia.

La verdad es que nadie le lloró, creo, ni siquiera alguien sintió un sinceramente la muerte de éste. En su velorio nadie estuvo presente, ni la magadalenas quisieron ir a llorarle de fingido, ni el padre ofreció la misa a la hora del entierro. Pero de todo esto no me haga mucho caso, porque la verdad se me hace difícil recordarlo.

8.1.10

Long life to the king

Lo único que puedo decir es: Happy Birthday King!!!!

LONG LIFE TO DA KING!!!!!!

7.1.10

Canción de amor para mi futura esposa....

Todos decimos, siempre, que el tiempo pasado es el mejor. Y supongo que eso significa que preferimos lo que ya conocemos, "lo seguro", a lo que no tenemos ni idea de cómo será. Pero acaso el futuro siempre es incierto?. No lo sé. Los últimos años no han sido nada fáciles, nada sencillos. Muchas altas, bajas....muchas lecciones para aprender. Si hace unos años me hubieran dicho en dónde y la situación en la que estaría, me hubiera reído y hasta hubiera hecho alguna broma de muy muy muy mal gusto. Pero lo cierto es que sí, ahora vivo un mundo totalmente diferente al que tenía planeado, al que pertenecía.

Gente llega, gente se va. Ese es un hecho de la vida. Siempre he creído que las personas que piensan que sus mejores amigos siempre lo serán y siempre estarán ahí, sufren demasiado, porque eso no es cierto. Mucha gente critica mi pensamiento y dicen que lo que pasa es que no me gusta sentir, ni encariñarme con nadie. Tienen razón, a lo mejor, o a lo mejor no y lo que tengo es que la lógica impera sobre mí.

Escuchó que todo mundo habla sobre sus éxitos, qué si ya hicieron esto, qué ya los promovieron para acá, qué se van para este lugar, qué cambian de trabajo por éste, qué....cada vez los escucho menos. Y no es que me aburran, es que ya me conozco las historias. Por lo mismo voy dejando de hablar, porque ya conocen mis historias, mis mismas decepciones y después de un tiempo ya no son interesantes, son aburridas, sosas y sin ninguna salvación.

Camino por la ciudad, por el primer cuadro, y lo que hago es pensar que piensa el señor que vende las importaciones chinas o cómo será la vida de la señora que camina muy presurosa por la calle, llena de bolsas de plástico. Casi no como, últimamente, mejor gastó mi tiempo mejor en caminar y conocer calles medio raras. Y, además, me da poca hambre.

Cuando camino o conduzco, de repente llegan a mi momentos pasados. Gloriosos, pero pasados; mágicos, pero pasados; heroicos, pero pasados; alegres, pero pasados; grandes, pero pasados; especiales, pero pasados. Pasados, que no pueden, ni regresarán y que no quiero que vengan de nuevo....pasados, como yo. Vetustos, oxidados, grises. Cada vez vienen y se van y van perdiendo su claridad, su coherencia...como yo.