4.12.08

Entre el no me acuerdo y el olvido

Me dan risa aquellas personas que necesitan tanto la aceptación de los demás para saber que existen. Me dan risa, y cierta pena, aquellas personas que necesitan ser protagonistas de cualquier historia. Y me dan tanta risa, porque si algo he visto con el tiempo, a muchos de estos supuestos "seres únicos" , es que tienen tanto de común entre ellos (la agresión como único medio para hacer saber que existen, la forma snob de comportarse, la visión romántica para no quedar en el absurdo, aunque al final...al final sus comentarios son todo aquello que no quieren reflejar) que al final se terminan perdiendo en el universo de "los normales", pero ellos con la idea de que son "diferentes" (tomo leche con coca y escupo por el culo.... soy bien rudo!!!).
Y no puedo negar que yo durante algo tiempo fui "especial" (jajajaj ahora me da tanta risa). Yo era de esos que tomaban leche con coca y escupían por el culo....uhhhhh que rudo era yo y a la misma vez que pouser llegué a convertirme con esas pendejadas. Y durante mucho tiempo fui protagonista.Hace algún tiempo alguien me dijo una frase en la que supe que estaba todo lo que yo hice (mejor que hablen de ti, a que pases desapercibido). Ah pero que pendejo era...ya que uno piensa que por las pequeñas pendejadas (yo fumaba mariguana, tomaba vodka y nunca me bañaba...no era la neta?) van hablar de ti.
Y claro que lo hacen!!! y uno se siente tan chingón (mira, todo el mundo sabe quién soy....estoy tan sólo, tan vacío....pero sí ellos saben quién soy, entonces significa que soy alguien!!!!) que piensan que eso es lo que lo hace ser a uno....Mhhhh cuando uno se da cuenta de la verdadera libertad, pero no la pendeja convención que nos aprendemos en las escuelas o alrededor de las personas "radicales", "diferentes" o "democráticas, uno entiende que ni siquiera es necesario que los demás te conozcan.
Porque la libertad va más allá de la cabecita de algún(a) pendejo(a)que piensa que soy naco o un patético de lo peor. No, esas convenciones absurdas las pasé ya hace un buen tiempo, ya pasé la etapa donde cualquier crítica significaba agresión total y acabar con todos aquellos que no pensaban como yo (al final caí en todo lo que criticaba, estás conmigo (ergo, eres igual de loser que yo) o estás en contra de mí (y eso significaba que para mí eras un pendejo inferior, porque no compartías la verdad...mi verdad absoluta).
También pasé la etapa dónde tenía que juntarme con sólo los de mi especie, con aquellos seres que pensaban igual que yo..porque sino, no estaba en el lugar correcto (claro, porque no era pelado por nadie y como nadie entendía que decía...no existía o existía a la mitad)..que hueva, no!!!, ya pasé esa etapa en donde sólo hablaba con ciertas personas. Ahora es simple, hablo con aquellas personas que quiero hablar (y tengo mi derecho de libertad) sin importar si son pousers, inteligentes, nacos o fresas..si son negros, chinos o iraníes. Y ahora hablo de lo que yo quiero...y mis comentarios no van siempre con esa ideología propia de un grupo, que al fin y al cabo es otro aparato para el control social (que hueva), así que igual puedo hablar de fucho, que de literatura, que de política, que de comida, que de comics, que de puras pendejadas.
Lo único que aprendí durante ese camino fue a hablar con la verdad, a nunca volverme a engañar con discursos absurdos o que no creyera, sólo para poder ser aceptado. Eso sí fue lo que aprendí, a ser fiel a mis sueños y a mi ideología...y entonces, ahí fue cuando descubrí la verdadera libertad.... cuando me encontré con un ábanico impresionante de posibilidades, cuando entendí que no tenía que ir a la UNAM para ser "democrático", que no tenía que vestirme como naco "para ser diferente", que no tenía que hablar siempre sobre el sexo de los ángeles para verme como un "crítico de la sociedad". De eso, de eso ya está lleno el mundo y la verdad es que no ha cambiado nada...... de eso, yo ya estoy hasta las pelotas. Ahora yo manejo mi propio discurso y eso...eso es mi libertad.

29.4.08

Para qué

A lo lejos se escuchaba el rumor de la gente, del bullicio. A lo lejos se escuchaban motores de autos, de camiones, sonidos de claxon, de gente desesperada por llegar a cualquier lado. Él les escuchaba, recostado sobre su cama, con las sábanas sólo cubriéndole hasta el torso. Los escuchaba, con los ojos abiertos, clavados en otro mundo, con esa expresión que te hace saber que realmente no está atendiendo a nada.
A lo lejos continuaban los sonidos, ruidos casi insoportables. Ya alguien se había enfrenado, en un arrebato de visceralidad, y buscaba descargar todo el enojo contenido con alguien más. Él sólo hizo un mohín de sonrisa, se dijo para sí mismo es lo típico, uno siempre tiene que cargarle su muerto a alguien más. Pero se mantenía recostado, así, como esperando que no sucediera nada. Por qué, realmente no iba a suceder nada. No lo sabía ya, pero lo daba por descontado, como esas veces que sabía que su equipo favorito perdería y no se molestaba siquiera en prender el televisor o la radio para seguirlo. Para qué, era lo que mantenía en su mente. Justo como ahora el pensamiento que le invade.
A lo lejos continuaba el rítmico y a veces arrítmico ir y venir de la gente, de la sociedad. Él lo podía escuchar, ahora con su mano ya sobre el suelo hacía figuras amorfas, líneas, realmente nada. Simplemente seguía con los ojos clavados en la nada. Afuera, la gente se había reunido para ver como la trifulca tomaba forma, contexto.
Un primer golpe se escucho y después de eso muchas maldiciones, él dejó derramar una lágrima, una pequeña y tímida lágrima por su lagrimal derecho. Pero ni siquiera se percató. Para qué, era lo que mantenía en su mente.
Después otro y otro golpe, algunas amenazas. La gente loca, gritando, ayudando, haciendo las veces de árbitro, de ayudante. Él, con la mano sobre el suelo haciendo líneas imaginarias y con la lágrima llegando casi a su nariz, soltó otra. Una con más forma, con más sentimiento si se permite medir una lágrima en cuanto a sentimientos. Una lágrima que corrió más rápido, pero más pesadamente por su rostro. Pero, nuevamente, no se percató.
Afuera, la gente ya loca de la excitación gritaba, alentaba, denigraba a los dos peleadores modernos. De repente todo se detuvo, sonidos de sirenas acaparaban el lugar, gritos, desconcierto, voces en altavoces se escuchaban. El ruido se volvió insoportable de nuevo. Mientras él, seguía trazando líneas en el suelo y con sus dos lágrimas se seguía diciendo… para qué.