30.9.07

Hasta pena ajena me dio... y eso ya está cabrón!

Durante la semana hubieron varios momentos en que me hicieron sentir pena ajenan y quien me conoce sabe que es muy pero muy difìcil lograrlo, pero nada como mi llamada con el macho alfa...jajajajaja, nooooooo....patético el asunto!!!..luego posteare algo al respecto.



20.9.07

-Solitudine-


Estamos solos, lo sabemos, lo saben y se encargan de hacernos saber que ya lo han notado. El escuchar el teléfono timbrar hace que se nos encrespe la piel, pues entendemos que una vez más tratarán de validar su fuerza y superioridad sobre nosotros. Entendemos que no podemos hacer mucho y, sinceramente, ya no oponemos mucha resistencia. Es como una forma, indirecta, de aceptar nuestra derrota. Se nos nota en los ojos, en las sonrisas fingidas que ponemos una y otra vez cuando hacen algún comentario mordaz con intención de recordarnos de que estamos subyugados, que nos tienen a sus expensas y pueden hacer lo que quieran por un período de tiempo relativamente largo.

Después de que se van, solos, nos vemos el uno al otro y no emitimos palabra alguna. La mirada lo dice, lo expresa todo. Ni siquiera podemos reclamarnos algo, sonaría estúpido, vacío, sin sentido alguno. Sólo nos vemos, el uno frente al otro, y nos damos ánimos, como si los dos expresáramos; ya se fueron, no te preocupes, lo peor ya pasó y mañana otro día será.

Acto seguido abrimos las cosas y tratamos de esbozar algo, de intentar realizar algo de lo que solíamos ufanarnos, como si quisiéramos olvidar lo que está pasando, como si tratáramos a toda costa de darnos la vuelta y evadir el problema. Lo que nos molesta, en verdad, es la actitud que tomamos, la cobardía que tenemos y no podemos defender lo que debería ser nuestro.

Y así seguimos, un poco a la deriva un poco esperando a que suceda algo que nos regrese a donde pertenecemos, a lo que solíamos hacer. Tratamos de dar golpes, pero son en vano…estamos solos, lo sabemos, lo saben y se encargan de hacernos saber que ya lo han notado…..

12.9.07

Jajaja así o con más línea..


Hoy Estela me mostró un artículo para que dropeara la idea acerca del periodismo y que lo mío es el soft y que por qué me agradaba tanto el fotoperiodismo.. que si a la larga me iba a terminar volviendo como un ser sin sentimientos....yo simplemente digo, Quiero ser motoratón y se acabó. (aunque después de leerlo, no sé porque siento que hay cierta parcialidad en este texto)


La fotografía de la pesadilla

Un hombre blanco perfectamente bien alimentado observa cómo una niña africana se muere de hambre ante la mirada expectante de un buitre. El hombre blanco hace fotos de la escena durante 20 minutos. No es que las primeras no fueran buenas, es que con un poco de colaboración del ave carroñera le salía una de premio, seguro. Niña famélica con nariz en el polvo y buitre al acecho: bien; no todos los días se conseguía una imagen así. Pero lo ideal sería que el buitre se acercara un poco más a la niña y extendiese las alas. El abrazo macabro de la muerte, el buitre Drácula como metáfora de la hambruna africana. ¡Ésa sí que sería una foto! Pero el hombre esperó y esperó, y no pasó nada. El buitre, tieso como si temiera hacer huir a su presa si agitara las alas. Pasados los 20 minutos, el hombre, rendido, se fue.
No se debería de haber desesperado. Una de las fotos se publicó en a portada de The New York Times y acabó ganando un premio Pulitzer. Pero incluso así se desesperó. Y mucho. El hombre blanco era un fotógrafo profesional llamado Kevin Carter. A los dos meses de recibir el premio en Nueva York se suicidó.

Hay dos preguntas. La primera, ¿por qué se suicidó? La segunda, ¿por qué no ayudó a la niña? La respuesta a la primera es relativamente fácil. La respuesta a la segunda es más interesante. Remontemos.

Kevin Carter nació en Suráfrica en 1960, dos años antes de que Nelson Mandela empezara su condena de 27 años de cárcel. Al llegar a la adolescencia empezó a entender que ser blanco en Suráfrica significaba ser una de las personas más privilegiadas de la Tierra y, al mismo tiempo, cómplice de una atroz injusticia. Cumplidos los 24 años, Carter descubrió que el periodismo era el terreno donde libraría su guerra particular contra el apartheid.

Comenzó su carrera en 1984, cuando las poblaciones negras en las periferias de las grandes ciudades -como Soweto, que estaba al lado de Johanesburgo- se convirtieron en campos de batalla. Jóvenes militantes negros, cuya única fuerza residía en su ventaja numérica, lanzaban piedras a los policías y a los soldados, que respondían con gases lacrimógenos, balas de goma o balas de verdad. Cientos murieron, miles fueron encarcelados. Soweto ardía, y allá, casi permanentemente instalado, estaba Carter, fotógrafo novato de The Johannesburg Star, expiando su culpa.

La gran ironía de la historia reciente de Suráfrica es que cuando salió Mandela de la cárcel en 1990, cuando empezó el proceso de paz que condujo cuatro años después a la democracia, se desató una violencia mucho mayor. Durante casi la totalidad de aquellos cuatro años, Soweto y otra media docena de poblaciones negras en los alrededores de Johanesburgo vivieron una anarquía asesina demencial, nutrida por opositores al proyecto democrático, en la que murieron unos 12.000. Allí, una vez más, estaba Carter. Todos los días. Se presentaba temprano por la mañana a los campos de la muerte, como se presentan los oficinistas a sus lugares de trabajo.

Yo también me presentaba allí, pero con menos frecuencia y más tarde. Siempre que llegaba a estos lugares, en pleno tiroteo o minutos después de una masacre, ahí veía a Kevin Carter, sudado, polvoriento, bolso sobre el hombro, cámara en mano. A él y a sus tres amigos fotógrafos, Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y João Silva. Les llamaban a los cuatro “el Bang Bang Club”. Hacían fotos espeluznantes y se exponían a peligros extraordinarios. Yo había llegado a Suráfrica en 1989 tras seis años cubriendo las guerras de Centroamérica. Vi pronto que daba mucho más miedo estar en 1992 en un lugar como Tokoza o Katlehong, a escasos kilómetros de Johanesburgo, que en 1986 en los frentes del oriente de El Salvador o el norte de Nicaragua. Porque en los lugares donde los negros, animados por los blancos, se masacraban podía pasar cualquier cosa en cualquier momento y en cualquier lugar. Con un Kaláshnikov, una lanza, un machete o una pistola. Ahí trabajaba Carter. Ahí se pasaba desde las cinco de la madrugada hasta el mediodía haciendo fotos de gente matando y de gente muriendo.

Para poder hacer ese trabajo es necesario blindarse, armarse de una coraza emocional. No se puede responder a lo que uno ve como un ser humano normal. La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión. Carter y sus tres camaradas dormían poco, además, y consumían drogas de todo tipo. Pasaban sus días y sus noches en un acelere mental y en un estado de anestesia emocional casi permanentes. Si se hubiesen detenido un instante a reflexionar sobre lo que hacían, si hubiesen permitido que los sentimientos penetraran la epidermis, habrían sido incapaces de hacer su trabajo. El entorno era alocado, pero el trabajo era importante. Si se hubieran quedado en sus casas o se hubieran expuesto a menos peligro, habría habido más muertos, menos presión política para acabar con la violencia. Ésta era la contribución de Carter a la causa de sus compatriotas negros.

En marzo de 1993 se tomó unas vacaciones de Tokoza y Katlehong y se fue a Sudán. Ahí, apenas aterrizar, es donde vio a la niña y el buitre. Respondió con el frío profesionalismo de siempre. No habría podido elegir otra manera de actuar. Estaba programado, anonadado. El único objetivo era hacer la mejor foto posible, la que tuviera más impacto. Ahí empezaba y terminaba su compromiso. La lógica era muy sencilla: si hacía una foto potente, se beneficiaría a sí mismo, pero también ampliaría la sensibilidad de los seres humanos en lugares lejanos y tranquilos, despertando en ellos aquella compasión -precisamente- que en él estaba necesariamente adormecida.

Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.

El problema era que la gente normal, empezando por su propia familia, no lo entendía. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta. “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. Se convirtió en un agobio, una pesadilla. Los únicos que no le hacían la pregunta, porque para ellos no era necesario hacerla, eran los amigos del Bang Bang Club.

En abril de 1994 le llamaron desde Nueva York para decirle que había ganado el Pulitzer. Seis días después, su mejor amigo, Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Tokoza. Toda la emoción reprimida a lo largo de cuatro años salvajes explotó. Carter se quedó destruido. Lloró como nunca y lamentó amargamente que la bala no hubiera sido para él.

El mes siguiente voló a Nueva York, recibió el premio, se emborrachó, incluso más de lo habitual, y volvió a casa. La guerra se había terminado. Mandela era presidente. Suráfrica tuvo su final feliz, pero la vida de Carter dejó de tener mucho sentido. Quizá en parte porque el peligro de la guerra había sido su droga más potente, la que le había creado mayor adicción. Siguió trabajando, pero, perseguido por la muerte de su amigo y -ahora que se había quitado la coraza- la angustia moral retrospectiva de la escena con la niña sudanesa, se hundió en una profunda depresión. No podía trabajar, o si lo intentaba, caía en errores absurdos. Llegaba tarde a entrevistas, perdía rollos de fotos que ya había hecho. Y tenía problemas en casa: deudas, desamor...

El 27 de julio de 1994, exactamente tres meses después de las primeras elecciones democráticas de la historia de su país, Carter se fue a la orilla de un río donde había jugado cuando era niño, antes de que supiera lo que era el apartheid, el sufrimiento, la injusticia. Y ahí, por fin, dentro de su coche, escuchando música mientras inhalaba monóxido de carbono por un tubo de goma, logró la paz, la anestesia final de la muerte.

11.9.07

Septmeber 11th.... a few years ago

Hoy estaba escribiendo algo, mejor dicho sobre alguien que, obviamente, tiene que ver con la fecha. Tal vez lo ponga mañana, aún no lo sé...pero esto llegó a mi mail y volví a tener una plática acerca de "nuestro patriotismo y nuestras raíces"...recordé muchas cosas, creo que a veces uno debe estar más consciente de los actos que en nombre de la democracia se han hecho. No justifico, porque se perfectamente bien que mañana tendré un mail reclamando mi falta de objetividad y mi intolerancia dentro de la tolerancia, los actos ocurridos en New York hace ya unos cuantos añitos y los rechazo y considero un actor de irracionalidad pura. Creo que Kj entenderá perfectamente bien que su post puede esperar para mañana, si es que sigue ahí. Lo aclaro, no creo que la carta sea de Gabriel García Márquez -y al no saber su verdadero autor prefiero ponerla sin el nombre del autor-, pero en muchas párrafos expresa ciertos puntos de vista que tengo sobre mi propio homeland, pero no la viseceralidad con el que está escrito, sino rescato algunos párrafos donde más allá de su radicalez y fanatismo hay oraciones de peso y con cierta coherencia.....en fin..enjoy it....Al final me quedo con esto: "El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse."(Salvador Allende)

*Por cierto, está en inglés porque así ha llegado a mi correo.....no es mi culpa, no tuve tiempo de buscar la versión en español*

Letter to George W. Bush on September 11

How does it feel? How does it feel now that horror is erupting in your own yard and not in your neighbour’s living room? What is it like to feel the fear pressing down on your chest, the panic caused by the deafening noise, to see the flames burning out of control, the buildings collapsing, to experience the terrible smell penetrating to the depths of the lungs, and to see the eyes of the innocent walking around covered in blood and dust?

What does it feel like to spend a day in your own home not knowing what is going to happen next? How is it possible to emerge from the state of shock? On 6 August 1945 the survivors of Hiroshima were walking around in a state of shock. No part of the city was left standing after the bomb was dropped by the American artillery from the Enola Gay. In a few seconds 80,000 men, women and children had died. Another 250,000 were to die from radiation in the years to come. But that was a distant war and television did not even exist.

What does the horror feel like today when the terrible television pictures tell you that the events of that fateful September 11th did not take place in a distant land but in your own country? On another September 11th, 28 years earlier, a president by the name of Salvador Allende died resisting a coup d’état planned by the leaders of your country. That was also a time of horror but it was taking place many, many miles away from your borders in a small and obscure South American republic. Those republics were in your own back yard but you were never very concerned when your marines set off with all guns blazing to impose your point of view.

Do you know that between 1824 and 1994 your country carried out 73 invasions in countries of Latin America? The victims were Puerto Rico, Mexico, Nicaragua, Panama, Haiti, Colombia, Cuba, Honduras, the Dominican Republic, the Virgin Islands, El Salvador, Guatemala and Grenada.

The rulers of your country have been at war for almost a century. Since the beginning of the 20th century, there has been almost no war in which the people from your Pentagon have not been involved. Of course, the bombs always explode outside your territory, with the exception of Pearl Harbour when the Japanese bombed the Seventh Fleet in 1941. But the horror was still far away.

When the Twin Towers collapsed into dust, when you saw the TV pictures or heard the screams because you happened to be in Manhattan that morning, did you think for a second about how the peasants of Vietnam must have felt for so many years? In Manhattan, people fell from the heights of the skyscrapers like tragic puppets. In Vietnam, people screamed out in pain because napalm goes on burning the skin for a long time and their deaths were equally as dreadful as the deaths of those who leapt into the void in desperation.

Your air force did not leave a single factory standing or bridge undestroyed in Yugoslavia. In Iraq, 500,000 people died. Half a million souls were taken by Operation Desert Storm... How many people have bled to death in distant exotic places such as Vietnam, Iraq, Iran, Afghanistan, Libya, Angola, Somalia, Congo, Nicaragua, the Dominican Republic, Cambodia, Yugoslavia, Sudan? The list goes on... In all those places, the bullets used were made in your country’s factories and were fired by your boys, by people paid by your State Department, and just so that you could carry on enjoying the American way of life.

For almost a century, your country has been at war with the entire world. Curiously, your leaders turn to the horsemen of the Apocalypse in the name of freedom and democracy. But you must know that for many peoples of the world (on this planet where every day 24,000 people die from hunger or curable diseases), the United States does not represent freedom but a distant terrible enemy who only sows war, hunger, fear and destruction. For you those military conflicts have taken place far away but for those who live there, a war in which buildings collapse under the bombing and people die a terrible death is a painful reality that is taking place right next to them. And 90% of the victims have been civilians, women, old people and children – “collateral damage”.

What is it like when horror knocks on your door, albeit for a single day? How does it make you feel when the victims in New York are secretaries, stock market traders or cleaners who pay their taxes on time and have never killed a fly?

What does fear feel like? How does it feel, Yank, knowing that on September 11th the long war finally reached your home?

10.9.07

Esta semana cambio mi comic por una muy buena rola

Mejor no lo puedo expresar.. A un minuto de tí, voy detrás de tí... que lo entienda quién lo deba entender...


Antes de tres lunas volveré a por ti
antes que me heches de menos dejaste riñas muertas
hundidas al pasar
nunca te he esperado tanto.

A un minuto de ti
voy detrás de ti
a un minuto de ti
te seguiré

El viento se ha calzado
sus guantes de piel
se entretiene con mi pelo
bebo el agua que viene conmigo estoy
estancado en tu reflejo
solamente de ti
gota a gota
solamente de ti
veneno y sed

Llegaré solo hasta el umbral
na na na, que puedo perder
me atreveré
cuento un paso mas
na na na, no soy como tu

A un minuto de ti
voy detras de ti
a un minuto de ti
te seguiré

Voy detrás
braceo en espiral
na na na, vue-vuelvo a repetir
saltaré
planeo en derredor
na na na, no soy como tú

Llegaré sólo hasta el umbral
na na na, que puedo perder
me atreveré cuento un paso mas
na na na, no soy como tú

6.9.07

-Me gustas..y mucho...-


Un día me desperté y supe que te necesitaba. Cómo, cuándo, por qué, nunca lo supe –y para ser sincero ni siquiera lo cuestioné-. Así de simple, recuerdo que abrí los ojos y supe que me había sucedido lo que todo mundo ya me había previsto.
Pero a diferencia de lo que me decían, no dolía ni era nada complicado. Al contrario, lo disfrutaba y me gustaba empezar a sentir eso, especialmente porque eras tú. Después de mucho tiempo volvía a sentir la necesidad de saber de alguien, de ver qué hacías, de preguntarme si comías, si dormías bien…. Vamos, de estar pendiente de ti. Después de mucho tiempo me entusiasmaba por alguien y aunque entendía que era cuasi imposible que voltearás a verme, no tenía problema alguno, es más era como mi pequeño secreto…
Todo empezó como una broma...lo recordaba, pero no me molestaba. Al contrario, me causaba entre alegría y ternura. Y sí, alguna vez aquel con el que empecé la broma me lo advirtió…-Hermano, yo no sé que sientas por ella, pero vale la pena la niña. Si yo pudiera casarme con ella, lo haría-. No miento, en ese momento sentí exagerado el comentario y como si estuvieran creando falsas expectativas, pero en ese momento ni siquiera hice caso.
Con el paso del tiempo fui encontrando una parte de ti que no la conocía –vale- de igual modo te conozco poco, pero lo que apreciaba de ti era diferente a la idea que me había construido de ti….
Fue como traer al ídolo a la tierra, hacerlo de carne y hueso, berrinchuda y enojona, lista e indecisa, poco expresiva y sonriente, sincera y rebelde, hermosa y difícil, tierna y lista, voluble y amigable... Creo que nunca lo mencione, pero tu sonrisa, aunado con tus ojos tan expresivos siempre me llamaron la atención y luego me fueron gustando más y más… siempre me han gustado los ojos de las personas, verlos y de ahí partir para hacer juicios…pero los tuyos siempre, desde la primera vez que te vi caminando lentamente con tu paso lento, agarrando tu mochila con la mano, por aquel pasillo que poco le daba la luz, me llamaron la atención. Y hasta antes de hablarte, hubo veces que como mero ejercicio de ocio, me gustaba verte, juro que sin morbo alguno….ver tus ojos y saber porque tenías ese brillo…verte sonreír y saber cómo eras capaz de cambiar de una gran sonrisa a una seriedad que deba miedo…
Recuerdo que cuando supe que te necesitaba, traté de ocultarlo…ocultártelo, ocultármelo. En mi forma de pensar era una lógica sencilla pero muy tonta; si no digo no lo sabe, si no lo sabe luego entonces no existe….Además sigue siendo como una idea tonta en mi cabeza, me gustas…claro, no lo voy a negar…pero cómo te lo voy a expresar…. Cómo le voy hacer para qué te fijes en mí.
Pero cuando por fin había tomado la decisión de lanzarme, de decir las cosas y esperar que el golpe no fuera muy duro….cuando había tomado la gran resolución, simplemente te diste la vuelta y no supe nada más de vos. Y fue una incertidumbre, aún lo es, qué pasó, qué hice….son las únicas cosas que siguen en mi mente.
Ahora espero a que esto deje de crecer, me obligo a no buscarte, a no “encontrarte”…pero también sé que es el momento de decirlo, de expresarlo, así de forma sutil y sin esperar mucho a cambio… me gustas.. y mucho….

3.9.07

Mi semana

Mi semana se puede resumir en pedacito de papel...no creo que haya duda alguna al respecto