29.9.09

Dios no está en los detalles de hoy

Me sentí pequeño, devastado, desesperanzado, agobiado, triste, desengañado,arrollado por la realidad. Claro, caí en cuenta, siempre había estado ahí, sólo que nunca supe descifrarlo. Tomé el vaso y dí un sorbo, con calma, y volteé hacia la ventana como para asegurarme que todo estaba ahí, que las respuestas siempre estuvieron presentes, sólo que no había sabido colocar las piezas, no había podido darles el significado correcto hasta el día de hoy que, de manera espontánea y con mucha suerte, éstas habían caído en el lugar correcto y le daban forma a lo que era indescifrable.
Dejo de importar el mañana, los planes y lo que podría pasar. Estaba frente a la cruda realidad. Hiciera lo que hiciera, intentara lo que intentara, dijera lo que dijera, al final de la noche todo quedaría en una despedida y cada quien seguiría por su camino, cargaría con sus fantasmas, con su historia, con sus pasado, con sus sueños, con su vida.
Y mientras hablaba y me escuchaba, entendía que las piezas estaban ahí, embonando unas con otras. Mostrando el verdadero escenario, uno donde no existían finales felices, donde los príncipes y las princesas no se daban el beso de amor verdadero y una voz en off decía "y fueron felices por siempre". Y entonces entendí que debía dejar que el rompecabezas tomara su forma correcta, que la vida continuara su curso y que las historias se desarrollaran como tenían que ser. Con una tristeza, amarga, pero a la vez gratificante volví a sentir lo que aquella tarde de invierno bonaerense sentí cuando llegó con un CD, que aún conservo, y me dijo que entendiera la primera canción. Yo pensaba que habría muchas otros viajes, que nuestra historia podría sobrevivir, que siempre habría posibilidad. Pero no, no habría nada más que ese CD. Es momento de pasar el mensaje.



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