10.3.10

La pose es lo que está de moda

Se acercó a mí, mientras intentaba descansar y observar uno de los cuadros. Vaya, no era nada agradable el cuadro que tenía de frente. Manchas de colores, líneas toscas y sin sentido alguno. Hacían, a mi forma de verlo, una gran plasta de colores. Pero se acercó y me dijo ¿te gusta, cierto? Trato de expresar el vacío de la humanidad durante el último siglo y las pocas ganas de la gente por volverse verde.

¿Volverse verde? Pensé. Yo sólo quería descansar un poco de mis labores. Pero no le importo, siguió con su discurso. Parece que eres extranjero, cierto, dijo espontáneamente. Me recuerdas a un amigo que tuve en la escuela de artes, allá en Suecia. Un argentino, divino él, obvio, de familia acomodada y de parientes influyentes. ¿No serás su pariente, de casualidad? Y sería una gran coincidencia porque justo pensaba en buscarlo para invitarlo a algunas exposiciones.

No serás de esos metiches que se meten a las galerías, para tratar de aparentar lo que no son, o peor aún, uno de esos “reporterillos” que no saben ni qué es un Manet pero vienen a cubrir la nota, ¿verdad? No, claro que no. Se te ve la en la cara la inteligencia y mundo vivido, si tienes toda la percha de no haber nacido en este país lleno de negros y de ignaros. Discúlpame, se que no me tengo que expresar así de mis conciudadanos, pero es que de verdad que son una raspa.

Ahora estoy en la onda más reflexiva ¿sabes? Mi nuevo grupo de amigos, si los que vienen del nororiente, me enseñaron a descubrir nuevos géneros, nuevas concepciones de vida. Y es que a mitad de los 20 uno todavía no sabe cómo actuar o decidir cuál deben de ser los valores a seguir. Claro, como estoy en esta etapa he cambiado, nuevamente, mis gustos musicales y alimenticios. Ahora escucho una música que viene del sur y ya no soy vegetariana, bueno a medias. Como pescado porque a Juanchi, mi pareja, le gusta.

Ay, pero discúlpame. En verdad, no sé por qué estoy contándote todo esto. Seguro debe ser por la relación de clases y de cultura, eso me hace sentir empatía. Tú sabes de lo que hablo, no tengo que estar “adaptando” mis palabras al lenguaje populachero y folclórico de la muchedumbre. Ay, lo volví hacer. Pero bueno cuéntame, tú en dónde estás exponiendo ahora, qué galería te contrato como exclusivo.

Apenas iba a abrir la boca para explicarle, para hacerle ver que estaba en un gran error cuando llegó, supongo, su pareja. Hacían una pareja totalmente cliché, como de esas salidas de las pésimas películas para adolescentes. Se veían acartonados, falsos, repulsivos, como una pareja de telenovela, con mucha pose encima. Hablaban sobre chismes, conciertos y libros que parecía ninguno de los dos realmente conocía, pero ambos intentaban hacer creer al otro que eran expertos en la materia.

Ella volteó y le dijo, mira uno de los nuestros, por fin. Él volteó, con aire altivo y pretencioso e hizo un ademán con la mano. Ella, pareció sentirse avergonzada por su nueva amistad conmigo y, en un intento desesperado casi grito. Me iba a explicar su arte y en que galería está presentando. “Juanchis”, pareció interesarse entonces y volteó con esa actitud de marcar territorio. Fue entonces cuando me armé de valor y dije. Discúlpeme mucho señorita, pero yo soy el que hace la limpieza aquí, en la galería. Siento no ayudarle, pero si le sirve de ayuda, pienso que su cuadro puede ser vendido por una alta cantidad de dinero. Y me fui sin voltear a ver la cara de los dos.

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