30.3.10

Evolved

Te lloró todas las noches. Y cuando empezaba el alba, también. Nadie entendía por qué, pero te lloraba. Se nos fue haciendo costumbre verle con los ojos rojos, hundidos, con la mirada pérdida. Te lloraba, porque te le habías ido. Como cuando un niño llora porque se le ha perdido su juguete favorito, como cuando alguien más ha tomado el dulce que guardaba para comerlo en un momento especial.

Sí, te lloró y te esperó. Aún cuando se le acercaron muchos y le propusieron una vida cómoda, llena de alegrías, ni siquiera los miró. Simplemente se hizo a un lado, como si no le hablaran y siguió su camino, llorando y esperando. Durante un tiempo, creímos que se le iba a pasar. Será cuestión de un par de días, meses, como mucho. Pero no, pasaron los días y nadie lo notó raro, pero cuando ya habían pasado un par de años y te seguía llorando, nos empezamos a preocupar.

Luego, pensamos que se había vuelto crónico. Devino en enfermedad, comentamos. Ya es somático, dijeron los demás amigos. Hasta le sugerimos ir a un doctor y, raramente, lo aceptó. Fue con un doctor, porque en verdad quería curarse, sacarte de su ser. Arrancarte de cada uno de sus poros y dejarte ir. Pero no, el médico se dio por superado y le dijo que lo que tenía era un capricho, que él, ni ningún otro especialista en la materia, tenía la calidad para poder ayudarle. Y ella siguió llorando, pero esta vez con una justificación.

Hasta mentimos, le dijimos que habías muerto. Le inventamos toda una historia en donde terminabas mal. Sufriste y moriste. Claro, ella no se lo creyó. Al contrario, eso le hizo creer con mayor seguridad que un día, así porque sí, volverías y te quedarías por siempre. Que te darías cuenta de tus errores y seguirías a su lado. Sí, hasta hubo un momento que dejo de llorar y se arreglaba, se vestía con sus mejores ropas y pensaba que un día, ese que se había puesto tan guapa, regresarías y ella te recibiría con los brazos abiertos.

Pero un día, sin saber por qué o cómo, regresaste. Así, con tu actitud despreocupada y medio fuera de lugar, por tu edad. Llegaste y fuiste a verla, como si fuera una profecía lo que estaba ocurriendo. Como si un nigromante hubiera predicho siglos atrás y ahora todo el universo se compenetrara y llegará el momento cero, el momento de la verdad. Fue en ese momento cuando te vio y dejó de llorar, se paró y entendió que era momento de seguir adelante, sólo en ese momento se le olvidó el pasado y empezó a vivir el presente.




No hay comentarios: