31.3.10

Mi visita a la casa azul

Hoy me he puesto una playera, los jeans, los tennis y al más estilo universitario me fui al barrio que tantos recuerdos tiene de mí. Con una amiga, fuimos a la casa azul y me quedó con una frase para recordar:

...Sigo mal y seguiré peor, pero voy aprendiendo a estar sola y eso ya es una ventaja y un pequeño triunfo...

30.3.10

Evolved

Te lloró todas las noches. Y cuando empezaba el alba, también. Nadie entendía por qué, pero te lloraba. Se nos fue haciendo costumbre verle con los ojos rojos, hundidos, con la mirada pérdida. Te lloraba, porque te le habías ido. Como cuando un niño llora porque se le ha perdido su juguete favorito, como cuando alguien más ha tomado el dulce que guardaba para comerlo en un momento especial.

Sí, te lloró y te esperó. Aún cuando se le acercaron muchos y le propusieron una vida cómoda, llena de alegrías, ni siquiera los miró. Simplemente se hizo a un lado, como si no le hablaran y siguió su camino, llorando y esperando. Durante un tiempo, creímos que se le iba a pasar. Será cuestión de un par de días, meses, como mucho. Pero no, pasaron los días y nadie lo notó raro, pero cuando ya habían pasado un par de años y te seguía llorando, nos empezamos a preocupar.

Luego, pensamos que se había vuelto crónico. Devino en enfermedad, comentamos. Ya es somático, dijeron los demás amigos. Hasta le sugerimos ir a un doctor y, raramente, lo aceptó. Fue con un doctor, porque en verdad quería curarse, sacarte de su ser. Arrancarte de cada uno de sus poros y dejarte ir. Pero no, el médico se dio por superado y le dijo que lo que tenía era un capricho, que él, ni ningún otro especialista en la materia, tenía la calidad para poder ayudarle. Y ella siguió llorando, pero esta vez con una justificación.

Hasta mentimos, le dijimos que habías muerto. Le inventamos toda una historia en donde terminabas mal. Sufriste y moriste. Claro, ella no se lo creyó. Al contrario, eso le hizo creer con mayor seguridad que un día, así porque sí, volverías y te quedarías por siempre. Que te darías cuenta de tus errores y seguirías a su lado. Sí, hasta hubo un momento que dejo de llorar y se arreglaba, se vestía con sus mejores ropas y pensaba que un día, ese que se había puesto tan guapa, regresarías y ella te recibiría con los brazos abiertos.

Pero un día, sin saber por qué o cómo, regresaste. Así, con tu actitud despreocupada y medio fuera de lugar, por tu edad. Llegaste y fuiste a verla, como si fuera una profecía lo que estaba ocurriendo. Como si un nigromante hubiera predicho siglos atrás y ahora todo el universo se compenetrara y llegará el momento cero, el momento de la verdad. Fue en ese momento cuando te vio y dejó de llorar, se paró y entendió que era momento de seguir adelante, sólo en ese momento se le olvidó el pasado y empezó a vivir el presente.




10.3.10

La pose es lo que está de moda

Se acercó a mí, mientras intentaba descansar y observar uno de los cuadros. Vaya, no era nada agradable el cuadro que tenía de frente. Manchas de colores, líneas toscas y sin sentido alguno. Hacían, a mi forma de verlo, una gran plasta de colores. Pero se acercó y me dijo ¿te gusta, cierto? Trato de expresar el vacío de la humanidad durante el último siglo y las pocas ganas de la gente por volverse verde.

¿Volverse verde? Pensé. Yo sólo quería descansar un poco de mis labores. Pero no le importo, siguió con su discurso. Parece que eres extranjero, cierto, dijo espontáneamente. Me recuerdas a un amigo que tuve en la escuela de artes, allá en Suecia. Un argentino, divino él, obvio, de familia acomodada y de parientes influyentes. ¿No serás su pariente, de casualidad? Y sería una gran coincidencia porque justo pensaba en buscarlo para invitarlo a algunas exposiciones.

No serás de esos metiches que se meten a las galerías, para tratar de aparentar lo que no son, o peor aún, uno de esos “reporterillos” que no saben ni qué es un Manet pero vienen a cubrir la nota, ¿verdad? No, claro que no. Se te ve la en la cara la inteligencia y mundo vivido, si tienes toda la percha de no haber nacido en este país lleno de negros y de ignaros. Discúlpame, se que no me tengo que expresar así de mis conciudadanos, pero es que de verdad que son una raspa.

Ahora estoy en la onda más reflexiva ¿sabes? Mi nuevo grupo de amigos, si los que vienen del nororiente, me enseñaron a descubrir nuevos géneros, nuevas concepciones de vida. Y es que a mitad de los 20 uno todavía no sabe cómo actuar o decidir cuál deben de ser los valores a seguir. Claro, como estoy en esta etapa he cambiado, nuevamente, mis gustos musicales y alimenticios. Ahora escucho una música que viene del sur y ya no soy vegetariana, bueno a medias. Como pescado porque a Juanchi, mi pareja, le gusta.

Ay, pero discúlpame. En verdad, no sé por qué estoy contándote todo esto. Seguro debe ser por la relación de clases y de cultura, eso me hace sentir empatía. Tú sabes de lo que hablo, no tengo que estar “adaptando” mis palabras al lenguaje populachero y folclórico de la muchedumbre. Ay, lo volví hacer. Pero bueno cuéntame, tú en dónde estás exponiendo ahora, qué galería te contrato como exclusivo.

Apenas iba a abrir la boca para explicarle, para hacerle ver que estaba en un gran error cuando llegó, supongo, su pareja. Hacían una pareja totalmente cliché, como de esas salidas de las pésimas películas para adolescentes. Se veían acartonados, falsos, repulsivos, como una pareja de telenovela, con mucha pose encima. Hablaban sobre chismes, conciertos y libros que parecía ninguno de los dos realmente conocía, pero ambos intentaban hacer creer al otro que eran expertos en la materia.

Ella volteó y le dijo, mira uno de los nuestros, por fin. Él volteó, con aire altivo y pretencioso e hizo un ademán con la mano. Ella, pareció sentirse avergonzada por su nueva amistad conmigo y, en un intento desesperado casi grito. Me iba a explicar su arte y en que galería está presentando. “Juanchis”, pareció interesarse entonces y volteó con esa actitud de marcar territorio. Fue entonces cuando me armé de valor y dije. Discúlpeme mucho señorita, pero yo soy el que hace la limpieza aquí, en la galería. Siento no ayudarle, pero si le sirve de ayuda, pienso que su cuadro puede ser vendido por una alta cantidad de dinero. Y me fui sin voltear a ver la cara de los dos.